POEMA A MI ABUELO
“La tierra es de quien la trabaja”,
Dijo Zapata.
Abuelo, la tierra es tuya,
Porque tu sudor regó los campos.
Por tu familia,
Por la vida,
Por el Rancho,
Sembraste sorgo, alfalfa,
Sembraste melones, calabazas,
Hasta sudán, como el país.
Sobre el lomo de la Carapila
Y bajo el azotante abrazo del sol cachanilla,
Sembraste una familia en la aridez del desierto,
Y llenaste de abundancia el Rancho.
Ese Rancho que abuelita y tú velaron con su amor y trabajo,
Árbol que meció sus ramas plácidamente,
Extendiéndolas al ritmo de los años,
Con cada brote lleno de ustedes.
Ahora te vas de viaje.
Me llena de congoja pensar que nadie más trabajará la tierra,
Cepillará sus cabellos,
Regará sus estrías,
Vigilará su sueño.
Tengo miedo.
Miedo de que a nuestro árbol le arranquen la raíz,
Y el Rancho me parezca lejano,
Y la tierra una extraña…
Y la tierra,
Una extraña.
Y la tierra…
—La tierra es lo más noble—, me dijiste una vez,
—Porque la cuidas, y te cuida de vuelta,
Le das vida y te la regresa.
Después de tantos años,
Tú lo entiendes mejor que nadie.
Ojalá más gente te escuchara,
Porque otro mundo viviríamos.
También me dijiste que dejara de hacerme taruga,
Y tendrás que darme unas patadas,
Porque de eso sí que no puedo asegurar nada.
Pero, abuelo,
Prometo cuidar de esta tierra que tanto tiempo vigilaste,
Porque necesitamos de guardianes como tú,
Que entiendan la vida y sus círculos,
Que la respeten.
Prometo no perderte nunca,
Prometo cuidar de ti,
Y no dejar que tu árbol se seque.
Lo regaré.
Y te sentiré tan grande, en todos lados…
Porque la tierra es tierra,
Aquí y en la Pampa,
Y en Almería,
Y en Nebraska;
La tierra es de quien la trabaja,
Y toda esta Tierra es tuya,
Y tú eres toda esta Tierra.